sábado, 4 de octubre de 2014

Extraña concepción hindú

Digamos que Brahma es la historia del pensamiento humano, y un brahmán es quién las piensa.

Un día de Brahma comprende más de 4.000 millones de años terrestres y se divide en 14 épocas: cada una de esas épocas está presidida por un Manú (conjunto organizado de ideas humanas) y termina por un diluvio que todo lo destruye.

Cuando el día de Brahma concluye, la noche de Brahma comienza: entonces el mundo no existe porque todo entra en la nada (en lo indeterminado).

Un día y una noche de Brahma forman un Kalpa, 360 Kalpas constituyen un año divino. Al término de cien años de esa clase, el Universo se disolverá de nuevo y el mismo Brahma entrara en la nada (en lo indeterminado) del Ser Supremo, del Ser que sólo existe en Sí.

Después, el Ser que existe en Sí da nacimiento a un nuevo Brahma, y las creaciones comienzan de nuevo.

Al meditar acerca de esa sucesión fantástica de creaciones, de diluvios, de millones de años que se extinguen, para que después de ellos otros periodos de millones de años renazcan y se prolonguen, siempre bajo la perspectiva incesantemente fugitiva de lo porvenir, se cree uno haber penetrado en esos maravillosos templos de la India, en los que las salas, semejantes las unas a las otras, se suceden en el silencio de los subterráneos, a lo largo de vastos y sombríos claustros donde varios dioses de piedra presencian la lenta huida de los años.

El Darma Sastra comprende seis grandes divisiones:

1ª El Veda;
2ª El Vedanta, sistema filosófico;.
3ª El Achara, ceremonia del culto religioso y preceptos de la vida doméstica;
4ª El Vyavahara, código de leyes políticas y civiles;
5ª El Prayas Sitta, tratado de las expiaciones;
6ª El Karma-Phala, que determina la sucesión de los actos en el desarrollo de las existencias.

El primer cuidado de la ley es el establecimiento de las castas. Cada una tiene sus deberes perfectamente definidos: a los brahmanes corresponde el estudio de los Vedas y la celebración de los sacrificios; los chatrías o guerreros deben proteger al pueblo; los Vaisías, labrar la tierra y criar los animales domésticos; los Parias no tienen más que un deber, y es el de servir a las clases precedentes.

El Vedanta expone los deberes de los anacoretas; cuando el jefe de familia ve que su piel se arruga y sus cabellos blanquean, debe retirarse a la selva confiando antes su mujer a sus hijos.

Una vasija de barro, el tronco de grandes árboles por habitación, un traje humilde, una soledad completa, una manera de portarse igual con todos, tales son los signos que distinguen a un brahmán que espera el término final.

El brahmán no debe desear la muerte ni la vida... Que purifique el agua de beber filtrándola en un paño, si bien con el temor de que perezcan los animalículos que en ella se encuentren, que purifique sus palabras por medio de la verdad... y si le dirigen injurias, que responda con dulzura...

Que permanezca en la espera de la beatitud eterna, meditando con delicia en el Alma Suprema, no teniendo necesidad de nada, inaccesible a todo deseo, sin otra sociedad más que él mismo.
Un brahmán debe llevar, según la ley, un bastón de vilva o de palasa; ese bastón debe ser bastante largo para que le llegue a los cabellos; el bastón de un chatría debe alcanzar hasta la frente; el de un vaisía no debe pasar de la altura de la boca.

Esos bastones deben ser derechos, sin tacha, agradables a la vista, revestidos de su corteza natural y no atacados por el fuego.

El brahmán, provisto de su bastón, después de haberse colocado de cara al sol y de haber dado una vuelta alrededor del fuego, marchando de izquierda a derecha, debe ir a mendigar su subsistencia.

El iniciado que pertenezca a la primera clase de las tres regeneradas, al pedir la limosna a una mujer, debe comenzar su demanda por la palabra "Señora". El que pertenezca a la clase militar, debe colocar dicha palabra en medio de la frase y el vaisía al final.

Debe pedir primeramente los medios de subsistencia a su madre, a su hermana o a la hermana de su madre, o bien a cualquiera otra mujer por quien no pueda ser rechazado.

Después de haberse recogido y purificado, lavándose la boca, debe tomar su alimento, dirigiendo su rostro hacia el Oriente.

Aquel que come mirando hacia el Oriente prolonga su vida; si mira hacia el Mediodía, adquiere gloria; volviéndose hacia el Occidente alcanza felicidad, y dirigiéndose hacia el Norte obtiene la recompensa de la verdad.

Que tome siempre sus alimentos con reconocimiento y los mastique sin repugnancia; que al verlos se regocije, se consuele cuando tenga algún pensar, y que haga votos por tener siempre su subsistencia.

Que haga enseguida la ablución de su boca; que el brahmán haga siempre la ablución con la parte pura de su mano consagrada al Veda, es decir, con aquella parte próxima a la raíz del dedo pulgar. La parte perteneciente al Creador es la inmediata a la raíz del dedo meñique; la de los dioses está en la punta de los dedos; la de los Manes se halla entre el dedo pulgar y el índice.

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